Descripción
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El diablo también, de Martín Sepúlveda: Vértigo y oscuridad
En el título nombraban al “cola ‘e flecha”, así que me lo tuve que llevar. Esperaba rituales a la luz de antorchas, invocaciones y otras vainas propias del oscurantismo para leer una tarde asoleada de mi verano santiaguino. Pero me encontré con historias más bien incómodas e inquietantes. Son nueve los relatos que componen el debut literario de este joven Martín Sepúlveda, de los que llevo recién cuatro leídos a la sombra del frondoso acacio del patio (bendito seas). El ritmo es vertiginoso; apenas da tiempo para masticar a los personajes y sus conflictos. Un padre recluido en la costa que solo vive para encontrar al hombre que asesinó a su hijo. Un perro que encuentra la muerte porque no le enseñaron a cagar en su propio patio. Niñas que se pierden por escudriñar los secretos nocturnos del bosque cercano a las cabañas en vacaciones. Una bolsa de basura harto más dramática que la del chiste de Bombo Fica. Sepúlveda tiene la cámara en la mano y se mueve con rapidez para tenernos con el corazón en la boca, en una breve pero eterna montaña rusa que, según vamos descubriendo, no llegará nunca a un remanso.
Se me entibió la cerveza leyendo los primeros cuentos de este libro de noventa páginas. Quizás es por el calor veraniego, o porque los años imprimen un andar más cansino a los gustos y los pasos, pero aunque estos relatos son muy entretenidos echo un poco de menos la pausa, la atmósfera. El silencio. Este libro es como si un tren te pasara a toda velocidad por el lado y salvarte de ser arrollada por un pelo. Hasta ahora. Veremos cómo sigue este primer libro del chileno Martín Sepúlveda disfrutando de la brisa de la tarde. Porque en la oscuridad de la noche no lo leo ni a palos.
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