“Es un libro que señala en su título la atmósfera que nos envolverá y en la cual nos moveremos página a página. El mundo poético que propone Lilian Flores Guerra se abre alertando que “Las fauces del horizonte/ devoran nuevos caminos”. Es así como advertimos que las huellas son inciertas, que hay esperas, búsquedas, ritos, sueños, soledades e incertidumbre. El amor que se crea y recrea parece no atender el llamado, y ante la agonía de la ausencia “solo quedan palabras vibrando/ en el espejo”. En un lenguaje que insiste en derribar puertas y muros para materializar el encuentro, la bruma avanza, las calles duermen con todos sus fantasmas y las estaciones pasan llenando de hojas secas la memoria”.
Este poemario es un nuevo Arte de Amar que se desenvuelve en las circunstancias del mundo contemporáneo con sus encuentros y desencuentros, sus miedos y sus iras, su ternura y su rudeza. La poeta registra múltiples vicisitudes con el amado siempre en la búsqueda insaciable de un sentimiento que, por momentos, aparece prefecto y, por momentos, aparece trágico, como suele suceder, casi siempre, en la gran mayoría de los afectos humanos.
En su segundo volumen de poesía, Lilian Flores Guerra propone un viaje temerario hacia el interior. Una habitación en penumbras se ilumina con multiplicidad de espejos; las voces y la incertidumbre de un entorno asolado por la gran pandemia del siglo XXI gatillan imágenes de infancia y búsqueda de pistas para asegurar la sobrevivencia, mientras los ecos de una revuelta social y la represión al pueblo hambriento por las cuarentenas evocan a los fantasmas de la dictadura.
La figura del árbol se convierte en el símil del espíritu femenino; hunde sus raíces en la tierra elemental y sus ramas se extienden buscando el calor de otras manos.
Este trabajo poético recoge la historia del vestuario para reflexionar sobre los cuerpos, las pieles, los pliegues de las épocas y sus arrugas drapeadas. Las telas donde se pinta o cubre un personaje, y bajo é́l, como un palimpsesto, su servidumbre. Los paños envolventes y sus máscaras de sobrevivencia. Las corazas corrosivas, los corsé́s, cierres, bolsillos, candados, rejillas, burkas y parches. La belleza del kimono o la gorguera. Los vestidos inapelables, dolorosos, los sudarios y mortajas, sus fluidos de venda final, y el pañuelo que asume la lá́grima, y el reciclaje.
“En algo más de cien páginas aborda desde lo filial a lo erótico, invitando a los lectores a que se hagan parte del espíritu y materia del libro, pues la hablante lírica de estos textos es mujer y reflexiona sobre su propio género, a través de estos vestidos o disfraces que ocultan y develan, al mismo tiempo. Una propuesta distinta, en un escenario convulsionado que va perdiendo su centro para dar paso a la dispersión”.
Francisco Véjar – El Mercurio, Revista de Libros.
116 págs. PVP $10.000 Poesía e ilustraciones de la autora 16+ años
Tránsito Interior recorre cotidianeidades, anécdotas y reflexiones en torno al feminismo, la maternidad, la vida en pareja y el desarrollo profesional de las mujeres en una sociedad que atraviesa marchas multitudinarias exigiendo más derechos, un virus de alcance planetario y la arremetida de la extrema derecha.
Con altas dosis de esperanza y algunos toques de humor, los relatos y versos de esta nueva obra de Eva Débia abren las puertas de su intimidad, invitando a viajar por recuerdos colectivos y revivir los anhelos de un país más justo.
Es tiempo de leonas, ya estamos. Y si no lo sabe, sépalo. Sépase. Y es que la poeta y escritora Natasha Valdés anda por aquí poniéndole, como es su músculo, garras al asunto. Y Anfitrite lo sabe, ¡carajo! Entonces comamos con delicia este caracol. Porque este libro de narraciones y poemas es un caracol. Caracola y caracol. Todos los animales destas páginas de madera lo asimilan, colaborando con Natasha, así de perra en perra, calórica, sábete querido Quijote; maúllale si es que puedes y sin pensar en domesticarla.
En fin. O en principio. Yo la miro, leo este libro con ojos de perro. A Valdés, toda ella en su cotidiana zona de guerra, que da siempre entrada por la Gran Fuga, la leo y la aspiro con gozo, ques como se debe.
