AUTORA CARNAL: La Leo (Marcazzolo) es mi maestra y amiga. En el taller siempre nos hablaba de la importancia de la creación de imágenes, lo que me recuerda a la autora Mary Karr, que explica la importancia de ser autores o autoras carnales y cómo la memoria emotiva te puede llevar a recrear recuerdos: el sabor del yogur cuando eras niño, el olor a chicle de menta de tu primer beso, etc. La Leo en esta novela lo hizo sin duda alguna lo consiguió.
Es tiempo de leonas, ya estamos. Y si no lo sabe, sépalo. Sépase. Y es que la poeta y escritora Natasha Valdés anda por aquí poniéndole, como es su músculo, garras al asunto. Y Anfitrite lo sabe, ¡carajo! Entonces comamos con delicia este caracol. Porque este libro de narraciones y poemas es un caracol. Caracola y caracol. Todos los animales destas páginas de madera lo asimilan, colaborando con Natasha, así de perra en perra, calórica, sábete querido Quijote; maúllale si es que puedes y sin pensar en domesticarla.
En fin. O en principio. Yo la miro, leo este libro con ojos de perro. A Valdés, toda ella en su cotidiana zona de guerra, que da siempre entrada por la Gran Fuga, la leo y la aspiro con gozo, ques como se debe.
